La destrucción creativa, una necesidad para la reedificación de la Economía Empresarial actual

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El 21 de octubre de 1879 el Empresario-Inventor Thomas Edison, desarrolló la primera bombilla eléctrica capaz de durar 48 horas (como primer prototipo); siendo así capaz de destruir los hábitos de consumo y producción en cuanto a iluminación por parte de las familias y las empresas de ese entonces.

 

Por otro lado, en el año 2007, el hábito de usar un teléfono inteligente con un teclado sofisticado y amigable, fue destruido por el paso del Iphone y su pantalla táctil desarrollado por el Empresario-Inventor Steve Jobs.

 

Estos son apenas dos de los muchos ejemplos de empresarios-inventores que destruyeron patrones “estables” de consumo y producción, debido a la innovación de sus productos o procesos. La inserción de estos productos altamente diferenciadores ¡Lo cambió todo!

 

En materia de economía de la innovación, el concepto de “Destrucción Creativa” desarrollado por Joseph Schumpeter, llamado por muchos colegas como “El profeta de la innovación”, describe el proceso mediante el cual se introduce un nuevo producto o servicio al mercado, con una variedad de características diferenciales a lo que tradicionalmente se ofrece; impulsando así el cambio de los modelos de negocios del sector y el patrón o hábito de consumo de los clientes.

 

La implementación de innovaciones en las empresas locales, constituyen la variable más apremiante para la recuperación económica actual, debido a que rompen el techo de las proyecciones del crecimiento económico y producen discontinuidades que generan una readaptación de todo el sistema productor, volviéndose un círculo virtuoso de mejora continua, de eficiencia, de optimización de los recursos, de permanente tendencia a la mutación tecnológica e  industrial que incesantemente destruye lo viejo e incesantemente construye lo nuevo.

 

El fenómeno de la destrucción creativa es generado por el Empresario-Inventor, el gran protagonista y núcleo fundamental de la economía empresarial; es por lo tanto el emprendedor, el generador de una ruptura en el modo de hacer las cosas; ya que permanece en constante movimiento, encuentra necesidades que antes no se satisfacían o prevé el cambio en el patrón de consumo y entiende el vértigo de los mercados.

Es el emprendedor, aquel que materializa su idea, capitalizándola en nuevas soluciones que se traducen en productos o servicios que le generan mayor beneficio, pero que tiene como fin último mejorar el bienestar de los clientes y las sociedades.

 

¡Por lo tanto al creador hay que dejarlo crear!

 

De forma análoga, les propongo pensar en un lago congelado, que viene a ser la Economía empresarial actual; En ese mismo lago en el centro podemos personificar al emprendedor, como aquel espacio líquido que empieza abrir paso al descongelamiento de todo el lago; el lago empieza a derretirse desde dentro hacia afuera. Es gracias a este centro líquido, que con su paso va destruyendo el hielo; que dentro de un lapso de tiempo el lago va a poder ser nuevamente atractivo y utilizable.

 

Habiendo entendido la importancia de la innovación y el emprendedor, en la economía actual. Es necesario preguntarnos:

 

1.      ¿Qué tanta innovación están incorporando las empresas en mi localidad, comparadas con los otros países de la región o de otros continentes?

2.      ¿Cómo valoran las empresas actuales la innovación? ¿En que se traduce esa valoración?

3.      ¿Qué factores externos contribuyen a que el emprendedor pueda generar “destrucciones creativas”?

 

Para cerrar, es importante mencionar que existe un condicionamiento externo para el desarrollo de las “destrucciones creativas”, a ello le llamamos “Ecosistema de Innovación”; y lo exploraremos en la segunda parte de este artículo.

 

 

Saludos y destrucción creativa para todos.

 

 


Imagen de Odoo y bloque de texto

Daniel Uribe

Docente de Humane Instituto de Negocios