Hoy en día se ha vuelto natural encontrar en las empresas un interés común por generar un clima y cultura organizacional saludable, involucrando en este objetivo tanto a los colaboradores como los directivos. Sabemos que, si trabajamos arduamente en esta mejora continua, podemos convertir lo intangible de la cultura en lo tangible que es la rentabilidad del negocio. 

Por eso, generar un compromiso en nuestros colaboradores para cumplir con el propósito de la empresa es parte de un reto que tenemos que alcanzar, pues no solo implica el proceso de retener a nuestro equipo, sino el buscar en ellos un sentido de pertenencia hacia la institución. 

Según David Ulrich, experto en Talento Humano indica: “La empresa, según su experiencia, debe ser abierta, ágil, dinámica, poco jerárquica, sin fronteras entre las áreas y veloz para responder a los cambios, que genera valor para los distintos grupos de interés que la componen (clientes, accionistas, empleados, proveedores, gobierno y comunidad)”. 

Todos estos elementos anteriormente mencionados por Ulrich, permiten identificar el modus operandi de una empresa, y es lo que finalmente va a permitir definir su cultura organizacional. Por eso, la magia en liderar consiste en estar dispuestos a compartir la visión, a cambiar constantemente la estrategia, a no permanecer de manera estática en un solo lugar, pero siempre recordando que el factor humano es la palanca más importante para llegar a nuestra meta.